lunes, 8 de septiembre de 2008

Orden irreal

“Siempre se ha trabajado para la publicidad, los egipcios hacían trabajos para su faraón, en la edad media se trabajaba para la iglesia” esta frase es una frase que pertenece a un maquillador español que junto a su equipo ganó el premio novel por los efectos especiales de El laberinto del fauno, es cierto que luego continuaba diciendo no se que historias del director o el no director, o ya no me acuerdo que. Sin embargo, esa frase me hace plantearme algo mas profundo que una jerarquización en el mundo del cine, me hace plantearme ¿Quiénes son los dioses de este mundo?, ¿Cuál es el movimiento del mundo?, ¿Cual es el primer motor del siglo XXI?

Si piensas en América entonces no puedes olvidar que el Dios es el dinero, pero ¿Es eso cierto? Yo creo que no, tal vez no un no rotundo, pero en todo caso no deja de ser un no, tal vez este texto vaya en contra de lo que Marx planteo, o tal vez no, quizás sea una simple patraña, una idiotez de un crío idealista o estúpido, pero yo creo que el dinero es solo una forma de esclavitud, como otras tantas que puedan existir, aunque realmente no suponga nada, me explico, ¿Es acaso EEUU mas poderoso que Europa?, y ¿Europa más poderosa que Rusia?, y ¿China mas poderosa que EEUU? Realmente no deberían serlo, es más, todas deberían ser igual de potentes (ahora es cuando la gente debe pensar este esta grillado, esta desvariando) pero, sí el dinero es el motor del mundo, y el dinero es “libre” entonces debería estar en constante fluctuación, no se depositaría en ningún país, en ninguna región, sino en individuos que a su vez lo reinsertarían.

Pero esto es absurdo, pues a efectos prácticos el dinero sí que tiene sus límites, sí que esta sometido, sí que está encarcelado, sí que esta dominado; pero, si el dinero es el motor del siglo XXI ¿Cómo es que lo pueden someter? yo creo que es debido al miedo, en este siglo hemos aprendido a someternos al dinero igual que hace varios lo hacíamos a la voluntad de Dios, o del Faraón; pero realmente el dinero, los dioses, el Faraón no son más que superestructuras entelequicas, no son más que encarnaciones de nuestro terror natural, de nuestro instinto. Nuestra mente necesita una sustentación, un sentido, un orden y es este orden al que respetamos y adoramos, al que seguimos a ciegas.

No nos planteamos la posibilidad de un orden irreal, estamos tan asustados de nuestro universo, que lo intentamos sustentar con mundos ideales, con matemáticas, con lógica, con leyes, con economía, con elementos que nos digan vosotros estáis aquí y no os podréis mover, y si lo hacéis lo haréis de forma limitada, pues lo colectivo es superior al individuo y lo colectivo esta sometido a los individuos que forman el grupo, el problema es que la colectividad realmente no esta sometida, o más bien esta sometida a la irrealidad del individuo, al egoísmo ilógico, al terror inmaterial, siendo este el pico del círculo, y la piedra angular de nuestro sometimiento, el pilar de nuestra organización y de nuestra civilización. Tal vez sería mejor un mundo sin este miedo forjado durante milenios, pero es imposible derrocarlo ¿O tal vez no?